Así le planta cara esta ciudad islandesa a una crisis volcánica única
Se cree que las erupciones volcánicas de los dos últimos años en la península de Reykjanes representan una nueva era de actividad. La última vez que la región estalló, entre 1210 y 1240, se produjeron varias erupciones al abrirse esporádicamente múltiples fisuras que dejaron escapar roca fundida, un periodo conocido como los Incendios de Reykjanes.
Posteriormente, la lava no alcanzó la superficie de la península hasta el 19 de marzo de 2021: tras 15 meses de temblores cada vez más intensos y frecuentes, aparecieron fisuras cerca de Fagradalsfjall, una montaña volcánica. La feroz erupción, con prolíficas fuentes y ríos de lava correntosa, tuvo lugar en un valle a varios kilómetros de las construcciones más cercanas.
Esa erupción terminó seis meses después, y fue seguida por una segunda, más pequeña, al noreste, en agosto de 2022, que duró tres semanas. Una tercera fisura estalló, de nuevo hacia el noreste, en julio de este año, desencadenando una erupción que duró casi un mes. A estas alturas, los vulcanólogos estaban seguros de que la península se encontraba en una especie de secuela de los Incendios de Reykjanes, un nuevo periodo multidecenal de erupciones esporádicas de fisuras.
Los científicos sospechaban que la siguiente erupción seguiría un patrón precursor similar al de las tres anteriores: muchos terremotos a medida que el magma atraviesa la roca en su camino hacia partes poco profundas de la corteza, acompañados de un cambio de forma del suelo para acomodar el magma en movimiento.
También se esperaba que la cuarta erupción se produjera en la misma zona cercana a Fagradalsfjall, donde se concentró la inflación del terreno. Pero el reciente repunte de los seísmos sugería que el magma estaba en movimiento, no necesariamente hacia la superficie, sino horizontalmente bajo tierra. Esta vez, las cosas parecían diferentes.
La deformación del suelo era más dramática, lo que sugería que la tasa de flujo de magma era al menos el doble que en las tres erupciones anteriores. Preocupantemente, la ubicación de toda esta actividad geológica no estaba cerca de Fagradalsfjall, sino cerca de Þorbjörn, una montaña cercana al balneario de la Laguna Azul (un punto turístico), Grindavík y la central geotérmica de Svartsengi.
Una erupción aquí podría amenazar cualquiera de estos lugares. "La ubicación de este episodio de actividad en Svartsengi cogió a mucha gente por sorpresa", afirma Winder.
No está claro por qué el magma se dirigió en esta dirección en lugar de seguir la trayectoria de las tres erupciones anteriores. Según Þorvaldur Þórðarson, vulcanólogo de la Universidad de Islandia, los depósitos profundos de magma tienen al menos dos rutas hacia la superficie. Pero "por qué funcionan de forma semiindependiente es un enigma".
En los últimos años se han producido varios periodos de inflación del suelo bajo Þorbjörn, lo que sugiere que el magma se estaba acumulando o desplazando por debajo. Pero en todas las ocasiones anteriores, la inflación terminó y el magma no subió a la superficie. "Esperaba que todo pasara como de costumbre", afirma Edward Marshall, geoquímico de la Universidad de Islandia.
No obstante, se elaboraron planes de evacuación preventiva para Grindavík, mientras los trabajadores tomaban medidas para garantizar que la central eléctrica (crítica para la región, especialmente durante el invierno) pudiera funcionar a distancia. El 9 de noviembre, los seísmos, cada vez más intensos, también obligaron a la Laguna Azul a cerrar temporalmente sus puertas y trasladar a sus huéspedes a otro lugar.
Luego, durante la tarde del 10 de noviembre, "las cosas se volvieron locas", dice Winder. Un gran aumento de la actividad sísmica hizo temblar la península, con un puñado de terremotos de magnitud 4 o superior que causaron daños en carreteras y algunos edificios. Desde finales de octubre se habían producido 24 000 seísmos en la península.
El magma ascendía rápidamente, y el cambio de una inflación ligeramente preocupante a una capa de magma que ascendía a través de antiguas capas geológicas (lo que se conoce como dique) dejó atónitos a los científicos. "La velocidad de la transición me dejó estupefacto", afirma Winder.
Se declaró el estado de emergencia y, a primera hora de la tarde del viernes, la Oficina Meteorológica de Islandia pronosticó que se produciría una erupción en los próximos días. "La repentina inyección de un dique supuso un cambio radical", afirma Marshall, ya que la roca fundida tenía ahora una vía viable hacia la superficie. A juzgar por la tensión de la corteza, es posible que se trate de un enorme volumen de magma, mayor que el de las tres erupciones anteriores.
En un principio, los expertos pensaron que lo más probable era que la erupción se produjera en torno a los antiguos cráteres del noreste de la ciudad, una zona de suelo más débil que el magma podría aprovechar. Pero las cosas empeoraron cuando, a última hora del viernes, los ruidos sísmicos se desplazaron hacia Grindavík, lo que significa que la erupción podría producirse cerca de la ciudad o directamente en su interior.
Cerca de la medianoche de ese día, el Gobierno ordenó una evacuación obligatoria e inmediata, que se completó unas dos horas más tarde. Esa noche, la actividad sísmica se extendió mar adentro. Una erupción aquí "generaría mucha ceniza y gases peligrosos, así como vapor, y más actividad explosiva", afirma Mike Burton, vulcanólogo de la Universidad de Manchester (Reino Unido).
Si esto ocurre, lo más probable es que siga siendo un peligro localizado en Islandia, no un problema internacional similar a la erupción del Eyjafjallajökull de 2010, una erupción bajo una capa de hielo que creó una colosal columna de ceniza de larga duración que cerró temporalmente una franja del espacio aéreo europeo.
Al atardecer del 11 de noviembre, el magma estaba a menos de 800 metros de la superficie, y el corredor de un posible lugar de erupción había crecido a unos 16 kilómetros de largo, extendiéndose desde la región de cráteres, a través de Grindavík, hasta una corta distancia mar adentro.
El lunes, la actividad sísmica había perdido intensidad. Pero eso no significa que la erupción sea menos probable, sino todo lo contrario.
La actividad sísmica disminuyó un poco antes de las tres últimas erupciones, lo que sugiere que el magma no necesitaba romper las rocas con tanta fuerza cuando se acercaba a la superficie. Pero la península también ha experimentado al menos una erupción fallida en los últimos años, cuando una intrusión de magma intentó salir a la superficie pero no lo consiguió.
La erupción de 2021 en Fagradalsfjall comenzó tres semanas después de que el magma que la alimentaba ascendiera a zonas poco profundas de la corteza. También podrían pasar semanas, no días, antes de que Grindavík sufra una erupción, "por lo que los residentes de Grindavík podrían tener que ponerse cómodos" refugiándose en otro lugar, dice Marshall.
Si se produjera una erupción, la lava podría salir a borbotones de un segmento de ese corredor, o la roca fundida podría brotar por toda la línea. "Algunas de las peores interpretaciones de los datos sugieren un orden de magnitud mayor que Holuhraun", dice Ilyinskaya, refiriéndose a la erupción islandesa de 2014 y 2015 que cubrió 85 kilómetros cuadrados de tierra con lava, aproximadamente del tamaño de la isla de Manhattan. Pero, a diferencia de este próximo paroxismo, aquella erupción se produjo en un lugar remoto.
También existe una pequeña posibilidad de que no se produzca ninguna erupción. Eso sería una sorpresa para los científicos y un alivio para los islandeses, pero las tensiones persistirán, y muchos se preguntarán por qué toda esa agitación geológica acabó en un fallo de encendido.
La mayoría de los expertos apuestan por la aparición de lava fresca. La Oficina Meteorológica de Islandia considera "significativa" la probabilidad de una erupción en los próximos días, y las autoridades y científicos islandeses, que trabajan sin descanso para preservar vidas e infraestructuras, esperan lo mejor mientras se preparan para lo peor.
"Creo que debemos esperar un comportamiento inesperado", afirma Burton.