Jurassic World: Dominion (2022), un incierto final para una inolvidable saga

// Por: Alonso Valencia Mar 31 mayo, 2022

Es innegable la importancia que ha tenido Jurassic Park en la historia del cine. La cinta original de Steven Spielberg se convirtió en uno de los productos taquilleros más exitosos que ha llegado a los cines. Una nueva maestría de cómo hacer películas de acción y aventura, con personajes entrañables y mucho corazón, innovando tecnológica y narrativamente.

Con el paso de los años, vimos la sobreexplotación de esta franquicia. Ninguna de sus secuelas le ha llegado siquiera a los talones a la cinta original. Ni siquiera The Lost World: Jurassic Park que también estaba en manos de Spielberg, la cual solo tiene un poco del carisma que hizo a la primera, una película de culto inolvidable.

En 2015 a manera de soft reboot, Colin Trevorrow dirigió Jurassic World, la que me atrevería a categorizar como una de las más innovadoras entregas de la serie. Aunque la calidad sea desigual, por lo menos nos planteó por primera vez un parque de dinosaurios funcional con nuevos protagonistas por demás carismáticos. Chris Pratt y Bryce Dallas Howard lograron colocarse en el imaginario cultural de la mitología de Jurassic Park, e incluso ponerse en algunos sentidos a la altura de los protagonistas de la película de 1993.

Con Jurassic World: Fallen Kingdom cayendo en la misma calidad y la poca innovación que otras de las secuelas anteriores de la cinta de Spielberg, regresamos al sentimiento general de la falta de creatividad que ha marcado a la saga durante su historia.

Ahora, tan solo 4 años después de la ultima entrega de esta serie en donde los dinosaurios reinan la tierra, tenemos una trama en donde se nos plantea que el mundo se ha adaptado a la llegada de las criaturas prehistoricas a todos los rincones del planeta, tras los eventos de Fallen Kingdom.

Chris Pratt y Bryce Dallas Howard regresan en los roles protagónicos, con la dirección de Colin Trevorrow, quien se había ausentado de la silla del director en la película anterior. En la trama vemos cómo Owen y Claire ahora viven en pequeña cabaña alejada de la civilización, trabajando en labores de granja y mano de obra, criando a Maisie Lockwood como si fuera una hija propia, sin dejar de tener a Blue y a una nueva cría, cerca.

La historia nos plantea la llegada de una nueva corporación malevola, como muchas que hemos tenido en la franquicia a lo largo de estos 29 años de existencia. ¿Cuál es su razón de ser? Nuevamente buscan utilizar a los dinosaurios en términos genéticos, tecnológicos y económicos. Esto se complica al crear una nueva raza de langostas que podrían acabar con todos los campos y plantaciones de la tierra.

En este punto es donde entra el cast de la cinta original, seguramente el principal atractivo para todos los fanáticos y los no tan fanáticos de las cintas de dinosaurios. Sam Neill, Laura Dern y Jeff Goldblum vuelven como Alan Grant, Ellie Sattler e Ian Malcolm para este supuesto cierre de la franquicia.

La película maneja a los dos repartos, dividiendóse en dos líneas narrativas distintas que prometen unirse para el acto final del filme. Este es uno de los principales puntos que nos ofrece dos caras de la misma moneda jurásica.

Mientras que la trama de Owen y Claire es emocionante, repleta de acción y de momentos de tensión y peligro absoluto, la trama de Grant, Sattler y Malcolm es sosa, relativamente absurda y en ocasiones poco emocionante. Tomando en cuenta que los actores han sido la cara más reconocida que ha tenido esta propiedad intelectual, por momentos se siente que el hecho de que estén ahí, no está completamente justificado.

Aún así, se convierten en lo mejor de este paquete en la otra cara de la moneda, ya que su carisma excede el de Pratt y Bryce Dallas Howard, quienes se complementan con un nuevo y fresco personaje interpretado por DeWanda Wise.

Cada que vemos a Grant y Sattler en pantalla, es imposible no sonreír al recordar la importancia que tienen como grandes figuras en la historia del cine.

Esta división de tramas funciona en cuestiones de ritmo, los brincos te mantienen viendo a todos los personajes y nunca te ofrecen un momento aburrido. Pero el principal problema que también viene de la mano de esta decisión creativa, es que Jurassic World: Dominion no parece tener un protagonista claro. Ves a 7 personajes con el mismo tiempo de pantalla dividido y al final no sientes que Owen, Alan Grant, Ellie o Claire lleven la batuta del filme.

Lo más destacado dentro de todo este paquete en forma de blockbuster, son las escenas de acción. Chris Pratt y Bryce Dallas Howard toman lugar en algunas de las mejores secuencias que ha tenido la franquicia, ahora en una escala global, no contenida en un solo parque, isla o mansión. Desde Malta hasta la Columbia Británica, tenemos momentos que parecen salidos de una cinta de Misión Imposible. Claro, con dinosaurios.

Los puristas podrían asegurar que esto poco se asemeja al Jurassic World que conocemos. Persecuciones, batallas, explosiones y hasta un mexican standoff aparecen en esta cinta. Yo me atrevería a decir que hay una secuencia en particular que es tomada básicamente de inicio a fin de The Bourne Ultimatum.

Este ritmo acelerado que no te deja descansar de principio a fin, ofrece un blockbuster hecho y derecho que se siente alejado al de las cintas que conocemos. Es difícil argumentar si siendo esta la última entrega, sea correcto alejarse tanto de las raíces de Jurassic Park.

Regresando al tema nostálgico con los personajes con los que crecimos, he de admitir que el fan service está muy poco presente en la cinta. Uno esperaría ver a Grant ondeando una béngala en el aire, a los personajes viendo las ondas que aparecen en los vasos de agua a consecuencia de las pisadas de un T-Rex o a Ian Malcolm hablando de la teoría del caos, así como le encanta.

Pues a lo más que llegamos, es a algunos throwbacks en forma de secuencias con dinosaurios, asemejando algunos cuadros que hemos visto en el pasado. Eso y obviamente la inclusión del icónico score de John Williams que no podía faltar. Fuera de eso, una lata de barbasol y el regreso del gran dilophosaurus es lo que más me hizo recordar al filme original, en forma de easter eggs.

Precisamente en lo que más innova esta entrega, es en la inclusión de nuevas razas de dinosaurios. Vemos nuevas y terorríficas criaturas que funcionan muy bien dentro de este extenso mundo, creando nuevos momentos de tensión y peligro, haciendo que la balanza siempre se mantenga en movimiento en cuestión de cómo incluir aspectos del legado creado por Steven Spielberg, sin dejar de presentar nuevas cosas para las nuevas audiencias.

Como un paquete completo y tomando en cuenta que esta es la última cinta en la serie, la realidad es que no se siente como un cierre en ningún aspecto. Este filme parece una más en una saga que seguirá por muchos años más, sin incluir una conclusión concreta o un final para los personajes tanto nuevos como viejos. Yo me atrevería a asegurar que tendremos una nueva trilogía que llegará en los próximos años, y es por eso que aquí no nos despedimos de absolutamente nadie.

Con la inclusión de los personajes clásicos, viendo todo desde un panorama final, la realidad es que sienten mal utilizados dentro de una trama en la que solo hasta el tercer acto, nos da luces del Jurassic Park que queremos y conocemos. Esta especie de experimento que en instantes asemeja a lo que pasó con la saga de Rápido y Furioso, que pasó de ser una saga de carreras callejeras, hasta convertirse en un filme de acción a escala global, en donde todo, menos los autos importan, parecería indicarnos un camino futuro de la franquicia de Universal.

Al final del día, Jurassic World: Dominion (2022) es una más en el universo de secuelas medianas que ha tenido Jurassic Park. Mejora algunos aspectos de su antecesora directa, Fallen Kingdom, pero lejos está de las mejores entregas de la saga, a pesar de sus notables innovaciones y cambios que nos tratan de alejar de los territorios conocidos de ser perseguidos por dinosaurios en una isla, ahora haciendólo en las calles de una ciudad en un destino extravagante.