Muere Miguel de Grecia, tío de la reina Sofía: su trágica infancia y ...

El príncipe Miguel de Grecia y Dinamarca, primo hermano del duque de Edimburgo, y tío segundo de la reina Sofía, ha fallecido este fin de semana a los 85 años, en un hospital de Atenas, donde será enterrado. El príncipe Miguel era el último nieto superviviente del rey Jorge I de Grecia. Descendía también de la Casa de Borbón, por la línea materna.

Sin embargo, Miguel decidió ser conocido por algo más que por ser un miembro de la realeza griega. Renunció a sus derechos sucesorios, en 1965, para casarse con el amor de su vida, Marina Karella, pintora y escultora, y se convirtió en un prestigioso historiador bajo el nombre de Michel de Gres. El matrimonio tuvo dos hijas, la princesa Olga de Saboya-Aosta y la princesa Alejandra de Grecia.

Miguel, nacido en 1939, en Roma. Era el único hijo del príncipe Cristóbal de Grecia, hermano menor del padre del duque de Edimburgo, y de su segunda esposa, la princesa Francisca de Orléans. Su padre falleció con solo 51 años, en 1940, cuando él tenía apenas un año, y su madre, en 1953, tras una depresión, dejando al príncipe huérfano con solo 14 años, y bajo la custodia de su tío Enrique de Orleans, conde de París.

Miguel está relacionado con la familia real británica, la danesa, la francesa, la española y la rumana. El príncipe vivió, durante el exilio de la II Guerra Mundial, en Marruecos, en Málaga, en España y finalmente en París, antes de regresar a Grecia, donde se convirtió en un gran apoyo para la familia real, el príncipe Pablo, la reina Federica y sus tres hijos, los príncipes Constantino, Sofía e Irene. Miguel también participó en el crucero organizado por la reina Federica, en 1954, para unir a los jóvenes herederos reales europeos.

Golpe militar

Miguel decidió estudiar Ciencias Políticas en París. Luego realizó el servicio militar en Grecia, en la Guardia Costera Helénica. Fue el único miembro de la familia real griega que permaneció en el país en 1967, cuando se produjo el golpe militar de Los Coroneles y el rey Constantino, sobrino suyo, tuvo que dejar el país con su familia y partir al exilio. Sin embargo, Miguel había renunciado a sus derechos al Trono griego para casarse con la conocida artista Marina Karella, en 1965, puesto que se trataba de un matrimonio con una plebeya. Aquella renuncia le permitió consagrarse a su pasión, la Historia, especialmente la de Grecia.

Fue su historia de amor con la pintora y escultora Marina Karella lo que le hizo muy popular entre sus compatriotas. La pareja se conoció en Amán, en Jordania, a través de amigos comunes, en una fiesta, y el príncipe quedó inmediatamente fascinado por aquella joven artista, hija del industrial ateniense Theodoros Karella. Había estudiado Bellas Artes en Grecia y París, algo que les unió especialmente puesto que la madre de Miguel era francesa y él se había educado en suelo francés.

Amor a primera vista

«Fue amor a primera vista. Ella me pareció encantadora y fue muy amable conmigo, verla fue como una revelación», recordaba el príncipe en sus memorias. Pocas semanas después se comprometieron, pero tuvieron que transcurrir dos años hasta que Miguel obtuviera el permiso de la familia real, y renunciara a sus derechos al Trono griego para poder casarse con una joven sin sangre real. Miguel siempre defendió que aquella renuncia le dio una gran sensación de libertad y que le permitió elegir su propia vida.

La boda se celebró el 7 de febrero de 1965 en el Palacio Real de Atenas y fue un gran acontecimiento, al que asistió la familia real griega y la condesa de París, su abuela.

La pareja se instaló en Nueva York durante más de una década y luego en Paris, antes de regresar a Grecia. El príncipe se convirtió en un célebre novelista, biógrafo e historiador especializado en la antigua Grecia, el Imperio Otomano y las familias reales europeas. Fue un gran viajero y un gran aficionado a la fotografía.

El príncipe y su esposa se habían instalado en la isla de Patmos, en Grecia. «¿Qué es ser un príncipe?», se preguntaba en una reciente entrevista. «Es ser como todo el mundo, pero ser considerado como alguien especial. Respeto el pasado, pero creo que la realeza no tiene interés, que es una reliquia». En 2023 publicó una autobiografía ilustrada, en la que desvelaba todos los detalles de un pasado de leyenda, que, según él, ya no existía. Dedicó muchas novelas a sus antepasados, como 'Los últimos zares', 'La emperatriz del adiós' o 'El regente'.