Una catástrofe inesperada: el terremoto de 1957 en México; el ...

Eran las 02:40 de la madrugada cuando, de repente, la Ciudad de México se estremeció: un sismo de inusitadas proporciones azotó la capital del país.

"Espantoso sismo", así dio a conocer Excélsior la noticia en su primera plana del 28 de julio de 1957. Además, el diario dio seguimiento al suceso a través de sus diferentes suplementos informativos, principalmente la edición de Últimas Noticias, espacio que proporcionó mayores detalles sobre los nombres de personas fallecidas y desaparecidas.

Las mediciones preliminares marcaron una magnitud de 7.5 en la escala de Richter, con epicentro en el estado de Guerrero, convirtiéndose en uno de los movimientos telúricos más intensos que había azotado al país hasta ese momento.

"Un terremoto de extraordinaria violencia, que posiblemente haya sido el mayor en los anales sísmicos de México, sacudió a la capital y a una vasta zona de la República hoy, a las 2:40 de la madrugada, y causó muertos, heridos y un sinnúmero de espectaculares derrumbes", informó El Periódico de la Vida Nacional en su mencionada edición.

Aunque el conteo inicial de los daños no brindó una cifra oficial, las pérdidas humanas comenzaron a contarse por decenas. Mientras tanto, se registraron cuantiosos derrumbes en diferentes puntos del entonces denominado Distrito Federal.

Un edificio que funcionaba como cine, ubicado en el cruce de Insurgentes y Coahuila, propiedad del actor Mario Moreno "Cantinflas", resultó prácticamente derruido debido a la furiosa sacudida que sufrió la Ciudad de México.

Otra edificación, ubicada en la calle Frontera y Álvaro Obregón, que apenas tenía un mes de haber sido inaugurada, no resistió el movimiento y quedó reducida a escombros. También se constató el desplome del techo del mercado de La Merced, un espacio urbano que fue reinstalado tiempo después.

Presos de pánico, los capitalinos inundaron las calles y avenidas ante la destrucción de edificios, algunos parcialmente, otros en su totalidad. Muchas personas, aún vistiendo ropa de dormir o en paños menores, salieron de sus viviendas en la penumbra de la noche, iluminados solo por la luz de la Luna.

Hoteles, bares y otros espacios donde la actividad se vive de noche detuvieron sus operaciones. El servicio de electricidad se interrumpió de inmediato en prácticamente toda la ciudad.

Uno de los eventos más significativos fue la caída del Ángel de la Independencia, ubicado en Paseo de la Reforma. La estatua de la Victoria Alada, símbolo de la independencia de México, colapsó y quedó completamente destruida, una escena que ilustró la devastación que el siniestro dejó a su paso.

Un año antes, el poeta Efraín Huerta había publicado su célebre poema Avenida Juárez, en el que describía la arteria vial a través de metáforas basadas en la memoria histórica y la búsqueda de identidad. El poema hace referencia a una ciudad en llamas, lo cual fue interpretado posteriormente como una premonición del catastrófico sismo de 1957.

El movimiento fue perceptible en Chiapas, Michoacán, Veracruz, Estado de México y otras entidades, donde también se reportaron afectaciones. Sin embargo, el mayor porcentaje de daños se concentró en la Ciudad de México.

Las estimaciones finales arrojaron un total de más de 50 fallecidos, muchos de ellos sepultados bajo los escombros de los incontables edificios y construcciones que se vinieron abajo tras el estrepitoso terremoto, que habría durado alrededor de 90 segundos.

El presidente Adolfo Ruiz Cortines y su gabinete se mantuvieron a la expectativa desde los primeros minutos posteriores al temblor. Otros cuerpos de socorro, como el Heroico Cuerpo de Bomberos y la Cruz Roja, se movilizaron para atender la emergencia.

Entre los inmuebles afectados había una gran cantidad de vecindades y edificios multifamiliares que sufrieron daños estructurales irreversibles, sin contar las numerosas casas que presentaron afectaciones de menor magnitud.

Derrumbes, escaleras colapsadas, bardas caídas, centenares de heridos y desaparecidos, así como un sinfín de fallecidos, fue el saldo que arrojó el iracundo terremoto que sorprendió a los capitalinos mientras dormían en la madrugada del domingo 28 de julio de 1957.

El Paseo de la Reforma, en el centro de la Ciudad de México, se convirtió en un centro turístico para los capitalinos, quienes ironizaban al llamarlo "Paseo de las Ruinas". Decenas de familias acudían a recorrer la avenida con la intención de observar los edificios derrumbados.

Regresa a su sitio icónico

Luego de poco más de un año, la columna de la Independencia fue reparada y se colocó nuevamente la figura de la Victoria Alada el 16 de septiembre de 1958, en una ceremonia a la que asistieron funcionarios de los tres Poderes de la Unión. El evento marcó el regreso de la estatua a su lugar original.

Una vez que el Ángel de la Independencia estuvo listo, fue cubierto con una manta blanca para ser develado ante la ciudadanía. Unos días antes de la ceremonia, un ventarrón azotó la zona conurbada de la ciudad, dejando al descubierto la estatua. Esto generó rumores entre la población de que "el Ángel ya quería ser libre".

El monumento fue inaugurado por el presidente Porfirio Díaz en 1910 para conmemorar el Centenario de la Independencia de México. En 1902 se colocó la primera piedra como parte de los inicios de los trabajos de construcción. Diseñado y construido por el arquitecto Antonio Rivas Mercado, se convirtió en un emblema del paisaje de la metrópoli.

La cabeza de la figura original de la Victoria Alada se encuentra hoy en la entrada del Archivo Histórico de la Ciudad de México.